En la actualidad existen numerosas afectaciones oculares sin tratamiento farmacológico ni quirúrgico desencadenantes de diferentes estadios de Discapacidad Visual.

Las personas que sufren esta afectación, con frecuencia suelen tener bastante conflicto con la luz debido a que suelen necesitar mayor cantidad de luz para la realización de sus tareas visuales, pero a la vez presentan gran sensibilidad a las luces intensas.

Les suele molestar mucho la luz (fotofobia) al mismo tiempo de sentir disminuida su agudeza visual, cuando hay un gran nivel lumínico por causas de deslumbramientos, necesitando una adaptación más larga de lo normal, en condiciones fotópicas, escotópicas o en ambas.

En ocasiones también refieren ver luces inexistentes, debidas a la existencia de neuronas moribundas que le transmiten al cerebro la existencia de luces de formas, tamaños y colores que en la realidad no existen.

Por otro lado en el ámbito de la movilidad, uno de los problemas más frecuentes con el que se enfrentan las personas con Discapacidad Visual en el desarrollo de sus desplazamientos diarios, es la dificultad para controlar los efectos nocivos de la excesiva iluminación así como los cambios bruscos que se producen en la misma durante el transcurso de éstos.

Entrar o salir de un edificio, caminar por una acera de sol o sombra, tener el sol de espaldas, al frente o en un lado, girar una esquina y encontrar bruscamente luz intensa, atravesar lugares en los que existen árboles, pasar de la superficie a un paso subterráneo, etc. son ejemplos cotidianos y válidos para poner de manifiesto la enorme cantidad de circunstancias cambiantes con las que una persona puede encontrarse a la hora de caminar y en las que pueden encontrar grandes dificultades.

Todos estos síntomas se deben a la propagación de la luz en los diferentes medios por donde realiza su trayectoria, concretamente la luz azul, debido a su longitud de onda corta, tiene la peculiaridad de dispersarse en todas las direcciones, ocasionando molestias como deslumbramientos, pérdidas de contraste, formación de imágenes parásitas, provocando la consiguiente alteración de la agudeza visual, pérdida de estereopsis, contraste, etc… que dificultan la correcta adaptación visual en el entorno físico en el que se encuentra la persona.

Podemos distinguir 4 tipos de deslumbramientos:

1 – Deslumbramiento Directo: La luz llega directamente a la persona.

2 – Deslumbramiento reflejado: Procede del reflejo de la luz en una superficie, en cuyo caso es conveniente conocer también el tipo de materiales del entorno físico que rodea a la persona.

3 – Deslumbramiento molesto: Producido por fuentes de luz u objetos muy brillantes en comparación con la iluminación promedio de la escena, pudiendo en algunas ocasiones causar dolor y picor de ojos.

4 – Deslumbramiento incapacitante: Cuando la luz se dispersa, reduce el contraste y disminuye la visión.

Filtros selectivos y su función en la discapacidad visual

Los métodos que comúnmente se han venido utilizando para controlar estos efectos nocivos de la luz han sido: las viseras, las monturas con protectores laterales y las ranuras o agujeros estenopeicos. 

Pero, en la actualidad, esta sintomatología es tratada en el gabinete optométrico mediante la prescripción de filtros ópticos selectivos, con la corrección necesaria y con adaptación personalizada en cuanto a la montura, protección lateral, material, corte, etc.

Filtros baja visión mácula retina

Tipos de filtros visuales. Foto cortesía de www.vissum.com

Éstos permiten a la persona que los porta mejorar las condiciones de visión en estas situaciones, ya que aumentan la agudeza visual y la sensibilidad al contraste de visión, además de actuar de factor foto-protector sobre el avance de la patología ocular, ya que absorben longitudes de onda potencialmente dañinas para el ojo, proporcionando un cuidado de la visión y mejorando su calidad de vida mediante la reducción de las molestias ocasionadas por la incidencia y propagación de la luz.

Dichos filtros se pueden clasificar en dos tipos:

De densidad neutra o convencionales y filtros absorbentes selectivos.

Los filtros de densidad neutra se caracterizan por reducir la intensidad luminosa de la fuente.

Eliminan porcentajes iguales de todas las longitudes de onda correspondientes al espectro visible, no produciéndose ni un cambio en el color aparente de la fuente luminosa, ni en sus propiedades espectrales, dándose una disminución proporcional de la curva completa de luz.

La conveniencia de prescripción de filtros convencionales para las personas con discapacidad visual, queda reducida, en la literatura, a algunas situaciones concretas en las que aparecen patologías visuales de base que derivan en problemas de alta sensibilidad a la luz (aniridias, fotofobias, etc).

Los filtros absorbentes actúan de forma selectiva sobre determinadas longitudes de onda.

Muchos trabajos han estudiado los efectos beneficiosos que la utilización de este tipo de filtros produce en las personas con discapacidad visual, en cuanto al aumento del contraste, la eliminación del deslumbramiento y la reducción de los tiempos de adaptación a los cambios de iluminación.

Discapacidad visual y filtros selectivos

Luz azul.

Su prescripción se ha venido realizando para todo tipo de patologías oftalmológicas de base, resultando especialmente indicados para aquéllas que se sustentan en alteraciones de la retina.

En ambos tipos de filtros puede añadirse una lámina polarizada sobre la lente de base, que evita el deslumbramiento correspondiente a la luz reflejada por los objetos.

La posibilidad de que cuenten o no con fotocromatismo, es otra de las posibilidades a tener en consideración en cuanto a la prescripción realizada por el óptico optometrista, especialista en rehabilitación visual que atienda el caso.

Además, en la actualidad se estima que el uso de filtros puede ser beneficioso para mejorar el rendimiento de las tareas relacionadas con la visión próxima en algunos casos concretos en los que ya se ha probado.

Para poder prescribir filtros se debe realizar una evaluación clínica por parte del óptico-optometrista, en base a las necesidades del paciente y a la mejora subjetiva que este reporte.

 

Autoras:

Yolanda Piñero y Carmen Labao, Ópticos-Optometristas especializados en Rehabilitación Visual.