Hay personas que piensan que con la edad todo va para peor, y no cesan de repetir que “están viejas”, que ya no pueden hacer lo mismo o que no ven como antes. A la primera y segunda queja se le puede responder con una frase que, no por hecha es menor cierta: “La edad está en el espíritu”, y con ejercicio y buena alimentación se vive más y mejor. Pero a la tercera hay que prestarle atención, porque con el envejecimiento no es normal perder visión.

El oftalmólogo y retinólogo Francisco Chiappetta Ávila, de la Unidad Oftalmológica Ioted, en Caracas, diferencia qué debe esperar una persona con el paso de los años y qué no. “A partir de los 40 años comienza la presbicia: el lente intraocular con el que nacemos empieza a perder función de acomodación, lo que quiere decir que la persona no ve de cerca tan bien como veía antes. Eso se corrige con lentes. Todas las personas de 40 años lo presentarán”, refiere Chiappetta, entrevistado vía telefónica por el Correo del Orinoco.

También es esperable, puntualiza, que desde los 60 años el cristalino se ponga opaco. El mejor ejemplo es el de un vidrio que se va ensuciando. El problema “se resuelve con cirugía, porque ese lente no se puede ‘limpiar’ y no se corrige con el lente de montura”.

Como la degeneración macular (trastorno ocular que destruye lentamente la visión central y aguda) es más común en personas de 60 años de edad o más, se la denomina degeneración macular asociada con la edad. Pero esto no quiere decir que todas las personas que superan las seis décadas de vida van a tener esta afección, o que si la tienen, no hay nada que hacer.

De la luz a las imágenes

La retina, que se encuentra en la parte de atrás del ojo, tiene el secreto de la alquimia; no para transformar el estaño en oro, pero sí para convertir la luz y las imágenes en señales nerviosas que son enviadas al cerebro. En este mecanismo de relojería, la mácula cumple un rol fundamental: permite que la visión sea más precisa y con más detalles.

La causa de la degeneración macular se encuentra en el daño de los vasitos que llevan la sangre a este tejido (http://www.nlm.nih.gov). Puede haber degeneración macular seca, cuando los vasos sanguíneos son muy, muy delgados; y la degeneración macular húmeda, en la que se crean vasos anormales de los que sale sangre. Se hacen, literalmente, saquitos de sangre.

De acuerdo con Chiappetta, la degeneración macular es más frecuente “en personas blancas, que hayan sido o sean fumadoras”, con mayor predisposición en las mujeres que en los hombres (dos o tres mujeres por cada hombre).

El otro factor de riesgo es el antecedente familiar, pues el trastorno es más frecuente si también lo presentan mamá, papá, abuelas o abuelos.

El cigarrillo tiene muchos detractores. También, entre las expertas y los expertos en ojos, que advierten -como lo hace Chiappetta- que el tabaco está asociado con el deterioro de los tejidos “y la retina no escapa de ello”.

Es por ello que el médico no duda en recomendar que toda persona de más de 50 años de edad acuda cada año a un chequeo oftalmológico, para descartar esta y otras patologías. “Cuando un oftalmólogo evidencia algunos de los signos, probablemente el paciente será referido a un retinólogo. En la primera parte de la enfermedad la persona puede no notar nada, salvo que no ve con la misma nitidez. En las primeras etapas puede, incluso, ser silente”, recalca.

No se conocen cifras claras sobre la degeneración macular

“En personas de 65 años se habla de incidencia de hasta 3% de la población, y con más de 75 años, la incidencia puede aumentar hasta 10%. A más edad, aumenta el riesgo”.

Visión borrosa, objetos que lucen distorsionados, mancha borrosa u en el centro de la visión y líneas rectas que aparecen torcidas u onduladas son algunos de los síntomas.

 

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