El caso de Carmen Lafuente ha vuelto a sacar a la luz las dificultades en el ámbito laboral de las personas con discapacidad visual.

Esta bióloga aprobó la oposición al BIR hace año y medio, pero en este tiempo no le han encontrado ubicación. No ha existido voluntad para adaptar el puesto de trabajo a su discapacidad visual: glaucoma congénito. Ni siquiera le han dado la oportunidad de demostrar en un laboratorio de qué es capaz. Y ahora, una carta del Ministerio le anuncia que «se inicia el proceso de pérdida de derechos de su plaza«.

Carmen, conociendo sus limitaciones y las posibles soluciones, ha hecho todo lo posible para facilitar esta información a quienes debían garantizar la adaptación del puesto de trabajo. Sin embargo, no hay respuesta para ella; y si la hay, todo son pegas.

Su historia me indica que Carmen no sólo tiene sobradas competencias para desarrollar su trabajo de forma eficiente, sino la capacidad suficiente para enfrentarse a un sistema que no está a su altura. Lo conseguirá. Su capacidad de resiliencia le hará llegar al éxito. Pero todo esto me hace pensar en las personas que no tienen esta fortaleza. Según la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, que es la que regula las actuaciones en materia preventiva en España, se puede pensar que la “eficiencia” en la “adaptación o cambio de puesto en una empresa por motivos de salud” va a depender mucho de la modalidad de organización que tenga la empresa en materia preventiva. Esto es, si el empresario o empresaria asume personalmente tal actividad, si designa a una persona o a varias del personal trabajador para llevarla a cabo, si constituye un Servicio de Prevención Propio o si recurre a un Servicio de Prevención Ajeno, etc. Lógicamente, esto viene relacionado con el tamaño de la empresa y el tipo de actividad a la que se dedique. A todo esto, se le suman los conocimientos en temas de salud visual que pueda tener el servicio médico que se dedique a la Vigilancia de la Salud

Es inexplicable que desde la Administración Pública haya ocurrido algo así. Con una oposición ganada parecía impensable que la adaptación del puesto no estuviera garantizada. Me pregunto entonces qué ocurrirá en empresas privadas y más aún si estas son pequeñas. Los informes con la valoración donde se especifican las limitaciones y las adaptaciones que haya que realizar, suelen ser muy deficientes en los servicios médicos de Vigilancia de la Salud en los que las empresas se apoyan en algunas ocasiones. Pero estos informes son necesarios para su posterior estudio con responsables de la prevención en la empresa de cara a una adaptación o cambio de puesto.

El primer reto es identificar las limitaciones. Conocer cuáles son puede parecer sencillo. Carmen es muy consciente de ello y de las soluciones para poder realizar su trabajo de forma eficiente. Para mí, sin embargo, no lo fue. Me costaba describir lo que sentía y desconocía lo que me pudiera venir bien para el trabajo. Conocer el diagnóstico de la enfermedad es importante. Que alguien te la explique bien, también. Profesionales de oftalmología y optometristas son piezas fundamentales en este proceso.

Comencé a entender mis limitaciones con profesionales que, escuchando mis demandas, me prescribieron soluciones para estas. Sólo comprendiendo lo que nos ocurre podemos explicar las limitaciones. No son sólo las personas responsables en materia preventiva de las empresas quienes deben especificar las limitaciones, somos quienes padecemos la enfermedad quienes tenemos que identificarlas y saber trasladarlas. Y así, de forma conjunta con responsables en materia preventiva, estudiar las posibles soluciones para poder desarrollar el trabajo de forma eficiente. No es una pelea con la Administración como le ha ocurrido a Carmen, sino un acompañamiento que nos facilite el camino para poder desarrollar el trabajo en igualdad de condiciones.

No solo necesitamos tener una buena red de profesionales de oftalmología, sino contar también con otra red de optometristas con formación en baja visión que con sus informes nos orienten en la adaptación o cambio del puesto de trabajo. Es innegable que su presencia va a ser cada vez más importante en la «Sanidad Pública» de apoyo a los servicios de oftalmología, pero también lo debe ser en el apoyo a profesionales de “Medicina del Trabajo» para la redacción de dichos informes. No olvidemos, además, que debido al envejecimiento de las plantillas y a la prolongación de la edad de jubilación, patologías oculares asociadas a la edad como la DMAE (degeneración macular asociada a la edad) estarán cada vez más presentes en la etapa laboral. Difícilmente podremos avanzar en la adaptación de los puestos de trabajo sin sus indicaciones y sugerencias. Las sociedades privadas (Adeslas, Sanitas, etc.) no cubren esta especialidad y hoy en día tenemos que recurrir a sus servicios de manera privada. Por todo ello, asegurar la colaboración de optometristas con especialidad en baja visión y protocolizar un tipo de informe para entregar a responsables de la prevención de empresa, se convierten en objetivos que debemos ir abordando poco a poco para que casos como el de Carmen Lafuente no vuelvan a ocurrir.

Garantizar la adaptación del puesto de trabajo nos permitirá continuar con nuestra carrera profesional. En algunos casos, permitirá continuar desarrollando las mismas tareas. En otros, incorporarnos en la dinámica de otras nuevas. Esto último supone además otra cuestión: la reorientación profesional. Acompañar a las personas a detectar sus capacidades aprendidas durante sus años profesionales y ponerlas a disposición de otras nuevas tareas es todo un reto. A menudo hablamos del talento perdido. Ahora, con la pandemia, parece que nos acordamos más que nunca de aquellas científicas y científicos que hicieron sus maletas. No permitamos que al igual que ocurre con la ciencia echemos por tierra el talento porque una enfermedad se nos cruza en el camino.

A todas las personas se nos reconocen los derechos. Pero siguen existiendo las desigualdades. La adaptación del puesto de trabajo es un derecho; y garantizar no solo que se realice, sino que esta sea hecha de forma adecuada contribuye a acabar con las desigualdades. Recordemos que no hay personas incapaces sino entornos discapacitantes. A Carmen Lafuente le han denegado su derecho. Desde la Asociación Mácula Retina queremos brindar nuestro apoyo y ayuda no sólo a ella sino a todas las personas que sienten que sus derechos están siendo vulnerados. Porque el derecho a trabajar y a tener una vida independiente es un derecho universal, y la Administración debe poner a nuestro alcance mecanismos eficaces que lo garanticen.

La adaptación del puesto de trabajo es un derecho; y garantizar no solo que se realice, sino que esta sea hecha de forma adecuada contribuye a acabar con las desigualdades.

No son sólo las personas responsables en materia preventiva de las empresas quienes deben especificar las limitaciones, somos quienes padecemos la enfermedad quienes tenemos que identificarlas y saber trasladarlas.

Por todo ello, asegurar la colaboración de optometristas con especialidad en baja visión y protocolizar un tipo de informe para entregar a responsables de la prevención de empresa, se convierten en objetivos que debemos ir abordando.

Edurne Murua

Responsable de Enfermedades Raras de la Junta Directiva de la Asociación Mácula Retina