Primer tratamiento capaz de prevenir y revertir la retinopatía diabética
La diabetes es una enfermedad caracterizada por la incapacidad de producir –diabetes tipo 1– o de utilizar correctamente –diabetes tipo 2– la insulina, es decir, de la hormona responsable de la captación de la glucosa en la sangre por las células para producir energía. Así, y con independencia del tipo de diabetes, el resultado es un exceso de la cantidad de glucosa en el torrente circulatorio, lo que conlleva, a la larga, la aparición de lesiones en numerosos órganos del cuerpo. Es el caso, entre otros, de la ‘retinopatía diabética’, enfermedad causada por el deterioro de los vasos sanguíneos que irrigan la retina y que constituye la primera causa de ceguera en la población en edad laboral. Y es que a día de hoy no existe ningún tratamiento curativo para esta retinopatía diabética. De ahí la importancia de un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Ocular Eugene y Marilyn Glick de la Universidad de Indiana en Indianápolis (EE.UU.), en el que se describe cómo un nuevo tratamiento intraocular basado en la manipulación del sistema renina-angiotensina (RAS) no solo es capaz de prevenir, sino también de revertir, la retinopatía diabética. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones.
En palabras de Maria B. Grant, directora de esta investigación publicada en la revista «The American Journal of Pathology», «no tenemos constancia de ningún otro estudio en el que se haya demostrado la eficacia de ninguna terapia a la hora de revertir esta forma de enfermedad de la retina, particularmente en presencia de hiperglucemia persistente no tratada».
Inyección intraocular
El nuevo estudio se basa en la hipótesis que defiende que «el desequilibrio en los dos ejes del RAS es el episodio clave inicial que da lugar a las complicaciones microvasculares de la diabetes», explica Maria Grant.
Y este ‘desequilibrio’, ¿en qué consiste? Pues según la hipótesis, el sistema renina-angiotensina tiene un componente o eje proinflamatorio y vasoconstrictor que es mantenido bajo control por el componente o eje vasoprotector, a su vez antiinflamatorio y vasodilatador. Es decir, el RAS es a la par vasoconstrictor –y proinflamatorio– y vasodilatador –y antiinflamatorio–, si bien hay un desequilibrio a favor del segundo componente, cuyo enzima principal es la enzima convertidora de angiotensina II (ECA-2). Así, el objetivo del estudio fue evaluar la eficacia de la inyección en la cavidad vítrea del ojo de un fármaco experimental denominado ‘AAV-ACE2’ que contiene un vector viral para aumentar la expresión de ECA2 –promoviendo así un mayor desequilibrio hacia el eje vasoprotector del RAS.
Para llevar a cabo el estudio, los autores utilizaron un modelo animal –ratones– al que indujeron el desarrollo de diabetes con inyecciones de estreptotozina –un antibiótico que, si bien tiene capacidad antitumoral, promueve la muerte de las células beta del páncreas responsables de la síntesis de insulina–. Y una vez transcurridos seis meses desde la inoculación de la estreptotozina, es decir, cuando ya había transcurrido un período suficiente para que los animales desarrollaran tanto la diabetes como la nefropatía diabética, los investigadores administraron las inyecciones del fármaco experimental ‘AAV-ACE2’.
La sobreexpresión de la ECA2 también podría usarse para tratar el ictus, la enfermedad renal o la cardiopatía isquémica. Maria Grant
Los resultados mostraron que la administración de ‘AAV-ACE2’ indujo una disminución del número de células proinflamatorias en la retina de los animales. De hecho, el fármaco evitó la leucostasis –esto es, la agregación de leucocitos en los capilares sanguíneos– que tuvo lugar en los animales tratados con placebo.
Y asimismo, también mejoró la degeneración vascular de la retina, revirtiendo así la retinopatía diabética.
Es más; la inyección de ‘AAV-ACE2’ dos semanas antes de la administración de la estreptotozina evitó que se produjera la leucostasis en los capilares de la retina y la proliferación de células proinflamatorias, previniendo así el desarrollo de la enfermedad.
Más que retinopatía diabética
Como destaca Maria Grant, «nuestros resultados son ciertamente emocionantes porque tradicionalmente se ha creído que la degeneración vascular llega a un punto en el que, denominado ‘capilares acelulares’, la lesión adquiere un carácter irreversible». Sin embargo, el fármaco fue también capaz de revertir la enfermedad una vez alcanzada esta situación.
Asimismo, los autores también destacan que la inyección en la cavidad vítrea elimina el problema que supone la barrera hematorretiniana, imposible de superar para la gran mayoría de fármacos de administración sistémica.
Y de la misma manera, que «la inducción de la sobreexpresión de la ECA2 para mejorar las características vasculares y reducir la inflamación podría igualmente trasladarse a otras enfermedades vasculares como el ictus, la enfermedad renal o la cardiopatía isquémica».
Imagen: Retinopatía diabética.