Retinopatías de la retina

Retinopatías es un término genérico que se utiliza en medicina para hacer referencia a cualquier enfermedad no inflamatoria que afecte a la retina, es decir a la lámina de tejido sensible a la luz que se encuentra en el interior del ojo.

La retina es la membrana sensible a la luz localizada en la superficie interna de la parte posterior del ojo.

El nervio óptico se extiende desde el cerebro hasta aproximadamente el centro de la retina y luego se ramifica. El área central de la retina, llamada mácula, contiene la mayor densidad de nervios sensibles a la luz y en consecuencia produce la mejor resolución visual. La vena y la arteria retinianas llegan a la retina cerca del nervio donde se ramifican siguiendo el recorrido de los nervios. Al igual que el nervio óptico y sus ramificaciones, la retina también cuenta con una importante cantidad de vasos que llevan sangre y oxígeno.

La córnea y el cristalino, que se hallan cerca de la parte más anterior del ojo, concentran la luz sobre la retina. Luego, las ramificaciones del nervio óptico captan las señales de luz y el nervio óptico las transmite hacia el cerebro, donde se interpretan como imágenes visuales.

Degeneración macular

La degeneración macular es una enfermedad en la cual la mácula, la parte central y más vital de la retina, se deteriora.

La enfermedad afecta a los ancianos, es igualmente común entre los varones y las mujeres, y es más frecuente en las personas de piel blanca que en las de piel negra. La causa es desconocida, pero la enfermedad tiende a aparecer en el seno de una misma familia.

Existen dos formas de degeneración macular. En la degeneración macular atrófica (seca), un pigmento se deposita en la mácula sin dejar evidencia de costras, sangre o pérdida de ningún otro líquido. En la degeneración macular exudativa (húmeda), el material perdido (exudado) forma un montículo, en general rodeado de pequeñas hemorragias. Finalmente, el montículo se contrae y deja una cicatriz. Ambas formas de degeneración macular generalmente afectan los dos ojos al mismo tiempo.

Síntomas y tratamiento

La degeneración macular produce una pérdida indolora de la visión. Ocasionalmente, el primer síntoma es una distorsión en un solo ojo, por lo que las líneas delgadas y rectas parecen sinuosas. A veces el médico puede notar claramente ciertos cambios físicos cerca de la mácula incluso antes de que aparezcan los síntomas. La degeneración macular puede dañar gravemente la visión, pero rara vez conduce a la ceguera total. La visión en los bordes externos del campo visual (visión periférica) y la capacidad para discernir el color no resultan afectadas.

Prácticamente no existe tratamiento para la degeneración macular. Sin embargo, cuando crecen nuevos vasos sanguíneos dentro o alrededor de la mácula, la fotocoagulación con láser en ocasiones puede destruirlos antes de que causen más daño.

Desprendimiento de retina

El desprendimiento de retina es la separación de la retina de la parte de debajo que la sostiene.

La red de nervios que conforman la parte de la retina sensible a la luz forma una delgada película que se adhiere firmemente al tejido que lo sostiene por debajo. Cuando estas dos capas se separan, la retina no puede funcionar y, a menos que se las vuelva a unir, puede resultar dañada para siempre.

El desprendimiento puede comenzar en un área reducida, pero si no se trata, toda la retina puede desprenderse. En una variedad de desprendimiento, la retina literalmente se rompe. Esta variedad en general se presenta en personas miopes o que han sido sometidas a una operación de cataratas o han sufrido una lesión ocular. En otra variedad, la retina no se rompe pero se separa del tejido que tiene debajo. La retina se separa cuando el movimiento del líquido dentro del ojo tira de la retina o bien cuando el fluido se introduce entre la retina y el tejido subyacente y las separa, arrancando la retina.

Síntomas

El desprendimiento de retina es indoloro pero puede crear imágenes de formas irregulares flotando o destellos luminosos y puede nublar la visión. La pérdida de la visión comienza en una parte del campo visual y a medida que avanza el desprendimiento la pérdida de visión se extiende. Si el área macular de la retina se desprende, la visión se deteriora rápidamente y todo se torna borroso.

Un especialista de los ojos (oftalmólogo) examina la retina mediante un oftalmoscopio (un instrumento utilizado para ver la parte interna del ojo) y en general puede ver el desprendimiento. Si el desprendimiento no es visible, un examen con ultrasonidos puede evidenciarlo.

Tratamiento y pronóstico

La persona que experimente una repentina pérdida de visión debería consultar a un oftalmólogo de inmediato. A la hora de decidir si utilizar láser o terapia por congelación o bien recurrir a una operación, el médico considera la clase de desprendimiento y su causa.

Si la mácula permanece unida, el pronóstico es excelente. Si la retina vuelve a pegarse dentro de las 48 horas, el pronóstico es bueno. Sin embargo, si la retina ha estado despegada durante más tiempo o si ha habido hemorragia o cicatrización, el pronóstico no es bueno.

Retinosis pigmentaria

La retinosis pigmentaria es una rara alteración hereditaria en la que la retina degenera de forma lenta y progresiva, conduciendo finalmente a la ceguera.

Algunas formas de retinosis pigmentaria son dominantes, y requieren de un solo gen de cualquiera de los padres; otras dependen del cromosoma X, y por tanto necesitan un solo gen de la madre. En algunas personas, en su mayoría varones, también aparece una forma hereditaria de pérdida de la audición.

Las células sensibles a la luz (bastones) de la retina, que son responsables de la visión cuando hay poca luz, gradualmente degeneran, por lo que la visión empeora en la oscuridad. Los primeros síntomas suelen comenzar en la primera infancia. Con el paso del tiempo, tiene lugar una pérdida progresiva de la visión periférica. En las últimas etapas de la enfermedad, la persona cuenta con una pequeña área de visión central y un pequeño resto de visión periférica (visión en túnel).

Al examinar la retina con un oftalmoscopio, el médico nota cambios específicos que sugieren el diagnóstico. Varias pruebas pueden ayudar a determinar el diagnóstico y el examen de los miembros de la familia puede establecer la modalidad de la herencia. Ningún tratamiento puede detener la progresión del daño a la retina.

Trastornos de los vasos sanguíneos

Los trastornos de los vasos sanguíneos que afectan al ojo incluyen hemorragias, un inadecuado suministro de sangre y la obstrucción de los vasos. Dichos trastornos pueden tener graves consecuencias, puesto que pueden dañar la retina, a veces de forma permanente, y derivar en una visión deficiente e incluso en la ceguera. También indican que la persona corre un elevado riesgo de presentar otros problemas, como por ejemplo un ictus.

Retinopatías arterioscleróticas

En esta enfermedad, las arterias pequeñas que llevan sangre al ojo se bloquean parcialmente debido a que sus paredes se han engrosado. Mediante el uso del oftalmoscopio, el médico puede ver un vaso sanguíneo engrosado y otras señales de un menor suministro de sangre a la retina. A pesar de que el engrosamiento en sí mismo en general no daña la visión, indica que los vasos sanguíneos en ésta y otras partes del cuerpo no están sanos y que se necesita prevención y tratamiento.

Retinopatías hipertensivas

Esta enfermedad se presenta cuando la presión arterial se torna extremadamente alta, como en los casos de hipertensión severa, hipertensión maligna y toxemia del embarazo. A medida que la enfermedad avanza, se escapa sangre dentro de la retina. Algunos sectores de la retina resultan dañados porque el suministro de sangre es inadecuado y, con el paso de los años, se acumula grasa en la retina. El nervio óptico puede hincharse, una situación llamada papiledema. Dicha tumefacción indica que la presión en el cerebro es demasiado alta. Todos estos cambios empeoran la visión y requieren un tratamiento urgente.

La finalidad del tratamiento es hacer descender la alta presión arterial, que es la raíz del problema. Cuando la presión arterial es muy alta y representa una amenaza para la vida, es necesario comenzar el tratamiento de inmediato para salvar la vista y evitar otras complicaciones.

Obstrucción de la arteria retiniana

La arteria retiniana es el mayor vaso que suministra sangre a la retina. Si está bloqueada, el ojo afectado repentinamente pierde la visión, aunque sin dolor. La obstrucción puede deberse a la aterosclerosis, un coágulo de sangre o un glóbulo de grasa (en general, grasa que escapó de la médula ósea tras una fractura y llegó como un émbolo, a través del flujo sanguíneo). Otra causa importante, en especial en los ancianos, es la inflamación de los vasos sanguíneos de la cabeza (arteritis temporal). Es necesario comenzar un tratamiento de inmediato para preservar la visión.

Obstrucción de la vena retiniana

La vena retiniana es el vaso principal que transporta sangre desde la retina. Su obstrucción hace que las venas más pequeñas de la retina se hinchen y se vuelvan tortuosas. La superficie de la retina se congestiona e hincha y puede producirse un escape de sangre en la retina. La obstrucción de la vena retiniana tiene lugar principalmente en las personas ancianas que padecen de glaucoma, diabetes, presión arterial elevada, o enfermedades que espesan la sangre, como un número anormalmente alto de glóbulos rojos.

La obstrucción de la vena retiniana provoca una pérdida indolora de la visión que tiene lugar de forma mucho más lenta que en los casos de obstrucción de la arteria retiniana. Los cambios permanentes que se observan consisten en la formación de vasos sanguíneos nuevos y anormales en la retina y la aparición de glaucoma. La angiografía con fluoresceína (un procedimiento en el cual el médico inyecta un colorante en una vena, espera que llegue a la retina y, a continuación, hace fotografías de esta última) ayuda a determinar el alcance del daño y la planificación del tratamiento. El tratamiento con láser puede ser utilizado para destruir los vasos anormales.

Retinopatía diabética

La diabetes puede producir dos clases de cambios que se encuentran entre las principales causas de ceguera: la retinopatía no proliferativa y la proliferativa. Estos cambios pueden presentarse tanto en las personas diabéticas tratadas con insulina como en las que no reciben este tratamiento.

La diabetes afecta la retina porque los altos valores de azúcar (glucosa) en la sangre engruesan las paredes de los pequeños vasos sanguíneos, pero al mismo tiempo las debilitan y en consecuencia las tornan más proclives a la deformación y a las fugas de sangre. El alcance de la retinopatía y la pérdida de la visión se encuentran en directa relación con el control de las concentraciones de azúcar en sangre y, más importante aún, con el tiempo que la persona lleva padeciendo la diabetes. En general, la retinopatía no se desarrolla hasta por lo menos 10 años después del inicio de la enfermedad.

En la retinopatía no proliferativa (de fondo), pequeños capilares de la retina se rompen y comienzan a perder sangre. El área que rodea cada rotura en los capilares se hincha, formando pequeños sacos en los cuales se depositan las proteínas de la sangre. El médico diagnostica esta enfermedad examinando la retina. La angiografía con fluoresceína (un procedimiento en el cual el médico inyecta un colorante dentro de una vena, espera a que llegue a la retina y luego hace fotografías de esta última) ayuda a determinar el alcance de la enfermedad. En sus fases iniciales, la retinopatía no proliferativa no produce ceguera. Las pequeñas hemorragias retinianas pueden distorsionar partes del campo visual o, si se encuentran cerca de la mácula, pueden nublar la visión.

En la retinopatía proliferativa, el daño a la retina estimula el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos. Este crecimiento puede parecer beneficioso, pero no lo es. Los nuevos vasos sanguíneos crecen de forma anormal, lo que conlleva cicatrización y, en ocasiones, un desprendimiento de retina. Pueden crecer o sangrar dentro de la cavidad vítrea. La retinopatía proliferativa es mucho más perjudicial para la visión que la retinopatía no proliferativa y puede ocasionar ceguera total o casi total.

Prevención y tratamiento

La mejor forma de evitar la retinopatía diabética consiste en controlar la diabetes y mantener la presión arterial a niveles normales. Las personas diabéticas deberían someterse a exámenes visuales anuales 5 años después de que se les diagnostique la diabetes, para que el tratamiento necesario pueda comenzarse de manera precoz y así se salve la visión.

El tratamiento consiste en la fotocoagulación por láser, en la que un rayo láser se aplica sobre el ojo para destruir los nuevos vasos sanguíneos y sellar los que presentan pérdidas. Este tratamiento es indoloro porque la retina percibe las sensaciones dolorosas.

Si la hemorragia de los vasos dañados ha sido grande, puede ser necesario recurrir a la cirugía para extraer la sangre que ha entrado en el humor vítreo (un procedimiento llamado vitrectomía). La visión mejora tras la vitrectomía y el humor vítreo es gradualmente reemplazado.