Células de la piel para frenar la degeneración macular.

En septiembre de 2014, una anónima septuagenaria japonesa fue la primera en recibir un trasplante de células epiteliales pigmentarias de la retina, destinadas a aliviar su degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una patología de la vista bastante común y que suele producirse especialmente en pacientes diabéticos.

En total fue un parche de 1,3 por 3 milímetros que esta mujer recibió en una operación que duró dos horas. Las células eran células madre pluripotenciales inducidas (conocidas como iPS), reprogramadas en el centro RIKEN por la oftalmóloga Masayo Takahashi según las enseñanzas de Shinya Yamanaka, Nobel de Medicina en 2012. El objetivo del trasplante no era devolverle a la paciente su visión perdida, pero sí lograr detener la destrucción de la mácula, la zona del ojo que alberga los receptores de la luz, algo que podría evitar la ceguera a millones de personas. «Hemos dado de momento un primer paso hacia una medicina regenerativa utilizando células iPS», dijo en septiembre Takahashi. «Con esto como punto inicial, definitivamente quiero acercar la medicina regenerativa a tanta gente como sea posible».

Si se demuestra que no hay rechazo y las células no producen efectos secundarios no deseados, como tumores, 2015 será el año en que muchos sigan los pasos de este grupo de japoneses y empleen las células iPS para prolongar la visión de muchas personas.

Imagen: Científicos del Instituto Riken de Japón, el primer centro que ha probado en humanos las células iPS.

 

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