Prolongar el resto visual y retrasar la ceguera total.
Millones de personas están perdiendo progresivamente la visión a medida que las células de sus ojos se deterioran, pero una nueva terapia desarrollada por investigadores de la Universidad de California en Berkeley podría ayudar a prolongar la visión útil y retrasar la ceguera total.
El tratamiento, que incluye un fármaco o una terapia genética, funciona reduciendo el ruido generado por las neuronas en el ojo, que puede interferir con la visión de la misma manera que el tinnitus interfiere con la audición. Los neurobiólogos de UC Berkeley ya han demostrado que este método mejora la visión en ratones con una enfermedad genética, la retinosis pigmentaria, que lentamente los deja ciegos.
La reducción de este ruido debería hacer que las imágenes sean más nítidas para las personas con retinosis pigmentaria y otros tipos de degeneración de la retina, incluida la forma más común, la degeneración macular relacionada con la edad.
«Esto no es una cura para estas enfermedades, sino un tratamiento que puede ayudar a las personas a ver mejor. No restablecerá los fotorreceptores que han muerto, pero tal vez le dé a las personas algunos años adicionales de visión útil de los que les quedan», dijo el neurocientífico Richard Kramer, profesor de biología molecular y celular en la UC Berkeley. «Hace que la retina pueda funcionar de la mejor forma posible, dado lo que tiene que hacer. Es posible que la poca visión no sea tan poca».
El laboratorio de Kramer está haciendo pruebas con medicamentos candidatos existentes, aunque nadie sospechó que estos medicamentos pudieran mejorar la discapacidad visual. Él cree que el nuevo descubrimiento hará que los desarrolladores de medicamentos vuelvan a probar estos medicamentos, que interfieren con los receptores celulares del ácido retinoico. Muchos de estos fármacos candidatos fueron creados por compañías farmacéuticas con la esperanza fallida de que retrasarían el desarrollo del cáncer.
«Se ha despertado una gran expectación por las tecnologías innovadoras que abordan las enfermedades que causan ceguera en su etapa final, después de perder todos los fotorreceptores, pero el número de personas candidatas para estas medidas heroicas es relativamente pequeño», dijo Kramer. «Hay muchas más personas con problemas de visión, personas que han perdido la mayoría, pero no todos, sus fotorreceptores. Ya no pueden conducir, quizás no pueden leer o reconocer rostros, todo lo que les queda es una percepción borrosa del mundo. Nuestros experimentos introducen una nueva estrategia para mejorar la visión de estas personas».
Kramer y sus colegas de la UC Berkeley publicaron sus resultados en la revista Neuron .
Zumbido en los ojos
Los investigadores han sabido durante años que las células ganglionares de la retina, las células que se conectan directamente con el centro de visión en el cerebro, generan gran cantidad de estática a medida que las células sensibles a la luz (los fotorreceptores) comienzan a morir. Esto ocurre en enfermedades hereditarias como la retinosis pigmentaria, que afecta aproximadamente a una de cada 4.000 personas en todo el mundo, pero también puede ocurrir en un grupo mucho mayor de personas mayores con degeneración macular relacionada con la edad, una enfermedad que afecta la parte muy importante de la retina necesaria para una visión precisa. Los bordes de una imagen se diluyen con esa estática, y el cerebro es incapaz de interpretar lo que se ve.
Kramer se centró en el papel del ácido retinoico después de escuchar que estaba relacionado con otros cambios oculares como resultado de la degeneración de la retina. Los fotorreceptores moribundos (los bastones, sensibles a la penumbra y los conos, necesarios para la visión del color) contienen abundantes proteínas llamadas opsinas. Cada opsina se combina con una molécula de retinaldehído, para formar una proteína sensible a la luz llamada rodopsina.
«Hay 100 millones de bastones en la retina humana, y cada bastón tiene 100 millones de estos sensores, cada uno de los cuales retiene el retinaldehído», explicó Kramer. «Cuando empiezas a perder todas esos bastones, todo ese retinaldehído queda disponible para convertirse en otras cosas, incluido el ácido retinoico».
Kramer y su equipo averiguaron que el ácido retinoico, conocido como una señal para el crecimiento y el desarrollo de embriones, inunda la retina, estimulando a las células ganglionares de la retina a producir más receptores de ácido retinoico. Son estos receptores los que hacen que las células ganglionares se vuelvan hiperactivas, creando un zumbido constante de actividad que sumerge la escena visual y evita que el cerebro capte la señal del ruido.
«Cuando inhibimos el receptor del ácido retinoico, revocamos el proceso y cerramos la hiperactividad. Las personas que están perdiendo la audición a menudo tienen tinnitus o zumbido en los oídos, lo que empeora las cosas. Nuestros hallazgos sugieren que el ácido retinoico está haciendo algo similar en la degeneración de la retina, que causa esencialmente «zumbidos en los ojos», dijo Kramer. «Al inhibir el receptor de ácido retinoico, podemos disminuir el ruido y desenmascarar la señal».
Los investigadores buscaron medicamentos conocidos para bloquear el receptor y demostraron que los ratones tratados podían ver mejor, comportándose como los ratones con visión normal. También probaron la terapia génica, insertando en las células ganglionares un gen para un receptor defectuoso del ácido retinoico. Cuando se expresó, el receptor defectuoso eliminó al receptor normal de las células y calmó su hiperactividad. Los ratones tratados con terapia génica también se comportaron más como ratones normales con visión.
Los experimentos en curso sugieren que el cerebro también responde de manera diferente una vez que el receptor está bloqueado, mostrando una actividad más cercana a la normal.
Mientras Kramer continúa los experimentos para determinar cómo el ácido retinoico hace que las células ganglionares se vuelvan hiperactivas y cuán efectivos son los inhibidores en varias etapas de la degeneración de la retina, tiene la esperanza de que la comunidad científica se sume al esfuerzo para reutilizar los medicamentos desarrollados originalmente para el cáncer en terapias para mejorar la visión humana.
Los coautores de Kramer en el artículo son Michael Telias, Bristol Denlinger y Zachary Helft, y sus colegas de la UC Berkeley, Casey Thornton y Billie Beckwith-Cohen. El trabajo fue financiado por el National Eye Institute, la Fundación Thome y la Foundation for Fighting Blindness.
Traducción: Asociación Mácula Retina.
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