Impacto del estrés oxidativo y no oxidativo y de las lesiones en la DMAE

El estrés oxidativo suele definirse como una alteración del equilibrio entre las cantidades de especies reactivas de oxígeno y la capacidad de producción/desintoxicación de antioxidantes de las células.

Este equilibrio es fundamental para la supervivencia de las células y los tejidos, de modo que la consecuencia de cualquier desequilibrio sería una lesión tisular. Sin embargo, la lesión de las células también puede producirse en respuesta a factores ambientales y al envejecimiento en general, comprometiendo la capacidad de los tejidos para responder eficazmente y contrarrestar el estrés (Luo et al., 2020).

Es importante destacar que la respuesta de las células a las lesiones también puede variar en función del nivel de estrés (bajo frente a alto) y de la duración de la exposición (aguda frente a crónica), de manera que las células jóvenes y sanas pueden contrarrestar el estrés agudo de una manera mejor que las células envejecidas, afectando específicamente a procesos celulares como la autofagia, la fagocitosis, la degradación proteosomal, la eliminación de tóxicos y el metabolismo, entre otros.

Por tanto, no es de extrañar que el estrés también tenga un impacto importante en las enfermedades neurodegenerativas del envejecimiento, como la DMAE. Más allá del factor edad, la retina es especialmente vulnerable al estrés foto-oxidativo, ya que está expuesta de forma crónica a la luz (B Domènech y Marfany, 2020).

Las vías de transducción visual pueden dar lugar a la producción de especies reactivas de oxígeno en respuesta a la oxidación de los componentes básicos de los segmentos externos de los fotorreceptores, los ácidos grasos poliinsaturados.

Otros mecanismos que sitúan a la retina en la línea de fuego de la vulnerabilidad al estrés son los riesgos conductuales modificables, como el tabaquismo y el consumo de dietas ricas en grasas y colesterol (Klettner et al., 2013). Otras pruebas del estrés proceden de los estudios proteómicos del tejido de la membrana de Bruch de donantes de DMAE, que revelan la presencia de productos oxidativos (Beattie et al., 2010; Yuan et al., 2010), y de los estudios AREDS, que han mostrado una asociación entre la reducción de la prevalencia de la DMAE y la ingesta dietética elevada de antioxidantes (Chew et al., 2013, 2014).

Teniendo en cuenta todo esto, no es de extrañar que haya un gran número de pruebas que apuntan al estrés oxidativo y no oxidativo como un proceso patobiológico fidedigno en la DMAE, incluidos los estudios in vitro e in vivo que examinan las células y los tejidos vulnerables a la DMAE

Imagen: Consecuencias de la exposición al estrés en las células de la retina. La edad, la exposición a la luz, el tabaquismo, la dieta rica en grasas y otros factores desconocidos contribuyen al aumento de las especies reactivas del oxígeno, a la disminución de los niveles intracelulares de antioxidantes y a los mecanismos de eliminación de toxinas de las células de la retina, incluidas las células ganglionares (amarillo), las células microgliales (verde), los fotorreceptores (aguamarina/naranja o púrpura claro/rojo), las células epiteliales pigmentarias de la retina (burdeos) y las células coriocapilares/endoteliales (azul claro). Junto a cada célula se han enumerado las consecuencias seleccionadas.

Traducción: Asociación Mácula Retina.

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